¿Qué es el perdón? ¿Qué beneficios ofrece su práctica habitual? ¿Cómo sanar heridas profundas, para evitar el anclaje emocional hacia el pasado?
El perdón es la capacidad de una persona para disculpar a otra, por una acción considerada ofensiva, renunciando a la venganza, reclamos o castigos en el futuro. De este modo, las relaciones interpersonales no quedan eternamente afectadas, a pesar de la cercanía o la distancia con la que las personas involucradas decidan continuar.
Perdonar es un descanso para uno mismo, más que para los demás. Es una combinación de voluntad, comprensión y libertad emocional. Entre más perdona una persona, disfruta una mejor calidad de vida, ya que deja las cargas junto al pasado.
El perdón es un proceso de tiempo y paciencia, que involucra diferentes tipos de duelo por las pérdidas, la esperanza fallida, los hechos o las palabras que ya no se pueden cambiar. En realidad esta decisión no significa olvidar, ni aprobar, ni permitir nuevas ofensas o restar responsabilidades. Aún en los casos de daños más graves, no manifiesta la obligación de reconciliarse y convivir con la persona que lo ocasionó, no expresa sumisión o debilidad, ni implica continuar con una relación afectiva, forzada o dañina.
Es importante definir claramente, que perdonar tampoco representa perder el orgullo o la dignidad, si no recuperar o ganar la propia libertad. Con esa misma valentía se deja atrás las cargas innecesarias, no merecidas, para hacerse responsable del propio bienestar emocional por encima de cualquier abuso o intención ajena. Disfrutar los beneficios de soltar rencores, mejora la actitud hacia el pasado, crea nuevas metas e ilusiones para el futuro, mantiene la buena salud y fortalece las relaciones interpersonales con lazos positivos.
Todas las personas pueden lastimar, con intención o sin ella. Algunas veces estas heridas también pueden ser provocadas por uno mismo, a causa de pensamientos propios o acciones inadecuadas. Comprender que fue la única opción en el momento o la decisión equivocada necesaria para aprender, ayuda a perdonar los propios errores. Establecer límites necesarios con los demás, ayuda a proteger las emociones de sufrimientos por causas externas.
Al buscar un enemigo externo, se pierde la oportunidad de dirigir la atención hacia el interior. Las verdaderas toxinas son el odio y el resentimiento, que se vuelven limitantes con el paso del tiempo, roban la paz, destruyen nuevos momentos y alargan el sufrimiento por lapsos indefinidos. Luchar contra las injusticias es correcto, cuando se busca el bienestar de los involucrados. Si solo se busca encontrar culpables, las emociones se aferran al dolor y causan repercusiones negativas para la salud. El dolor y las decepciones son inevitables, pero estos hechos no deben controlar toda un vida.
Existen diferentes tipos de perdón, pero ninguno de ellos justifica las ofensas. Su finalidad es minimizar el impacto de las heridas, abandonando el resentimiento dañino y sus secuelas, tanto físicas como psicológicas.
Puede sonar difícil sentir empatía o compasión, por las personas que provocan daños o heridas profundas, pero cargar con las consecuencias inmerecidas durante mucho tiempo, es como experientar una y otra vez, el dolor de lo que sucedió en una sola ocasión. Si bien, es importante definir límites en los contextos donde perdonar parece una meta imposible, se recomienda intentarlo, con el tiempo y la distancia permanente, para reducir la ansiedad, la depresión, la hostilidad, el estrés y la reactividad cardiovascular.
¿Cómo sanar las cicatrices profundas, que provocan anclajes emocionales al pasado?
- Aceptar la herida, no se puede cambiar, pero se puede aprender de ella.
- Humanizar las situaciones, evitando los constantes auto-reproches, culpas y castigos.
- Meditar y trabajar en la empatía. Comprender que no todas las ofensas son planeadas.
- Considerar la experiencia como crecimiento y prueba de madurez.
- Evitar huír del dolor y buscar aprender de los errores.
- Concentrar la atención en las fortalezas, aprendizajes y puntos favorables.
- Desarrollar nuevos talentos, incluso a partir de los fracasos.
- Desarrollar la paciencia, sin presiones de tiempo.
- Actuar con prudencia, decidiendo con quién compartir y sanar las penas.
- Controlar las propias emociones y los impulsos de venganza.
- Llorar para desintoxicar el cuerpo, pero no para robarle la energía frecuentemente.
- Educar la responsabilidad, aún cuando no sea una culpa personal.
- Retar los pensamientos para no promover la propia lástima y sufrimiento.
- No permitir que otros alienten los sentimientos de inferioridad.
Las palabras correctas sanan y fortalecen, mientras que los juicios y comentarios tóxicos, lastiman y destruyen. El futuro depende en gran medida, de hacer las paces con el pasado. Las huellas y cargas negativas, pueden empañar un futuro positivo. En cambio, perdonar y soltar el dolor, nos impulsa a controlar los miedos y superar los obstáculos con mayor dominio. En caso de ser necesario, buscar apoyo terapéutico profesional. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.
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