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Neurociencia: Alzheimer, demencia neurodegenerativa

¿Cuál es la enfermedad de Alzheimer y sus características? ¿Qué factores aumentan el riesgo de padecerla? ¿Cómo reconocer sus síntomas más comunes?


El Alzheimer es una enfermedad progresiva neurodegenerativa, que suele aparecer después de los 60 años. Se caracteriza por ser un tipo demencia que afecta directamente la memoria, algunas funciones cognitivas y patrones conductuales, que limitan la vida cotidiana de una persona y además, provocan inestabilidad en su autoestima afectando su independencia.


Su evolución es lenta y gradual, diferenciado por etapas de deterioro leve a grave. Desde los primeros síntomas hasta la etapa de mayor gravedad, pueden pasar varios años. Se puede detectar por medio de estudios médicos, incluyendo una evaluación neurológica.


Este padecimiento se produce debido a la reducción de un neurotransmisor llamado acetilcolina, sustancia que permite la comunicación entre células nerviosas y se asocia con las funciones de aprendizaje, memoria y pensamiento.



¿Qué factores pueden aumentar las probabilidades de desarrollar esta alteración?


- Edad: Su desarrollo suele causar afectaciones a partir de los 60 años, pero también puede presentarse incluso antes de los 40 años.

- Sexo: Es más frecuente en mujeres, por que la edad de vida promedio es más alta.

- Genética: Un porcentaje significativo de pacientes, presenta antecedentes familiares o historial de depresión.

- Condiciones de salud: El sistema cognitivo puede ser afectado por algunas alteraciones en la salud cardiovascular, como la hipertensión arterial, sedentarismo, obesidad o diabetes mellitus.

- Componentes ambientales: El aislamiento social, el consumo de tabaco y las dietas grasas, pueden ser también un causal de riesgo.

- Nivel educacional: Los años de formación educativa y el proceso de aprendizaje continuo, fortalecen la capacidad de memoria y retrasan los posibles signos.



¿Cuáles son los síntomas neurológicos de este padecimiento?


- Pérdida gradual de memoria a corto y largo plazo.

- Dificultad para hablar, leer o escribir.

- Olvido e incomprensión de vocabulario (afasia).

- Problemas para cumplir tareas simples y rutinarias.

- Descontrol muscular (apraxia motora).

- Desmotivación y falta de iniciativa.

- Alteración del sueño o el apetito.

- Desorientación espacial, aún en lugares conocidos.

- Cambios de humor e inestabilidad emocional.


Los puntos clave para la prevención, es la detección temprana frente a los primeros síntomas y la práctica regular de ejercicios para la memoria. Así como mantener una buena alimentación balanceada y hábitos de vida saludables. Estas estrategias pueden contribuir a reducir la incidencia de casos, retardar la aparición o postergar la evolución por algunos años.



Es fundamental en el tema destacar la memoria emocional, siendo la última que se pierde. Las personas con esta enfermedad pueden olvidar algunos hechos a lo largo de su vida o la actividad que realizaron en los últimos minutos, pero aún así, existe la capacidad de mantener por un tiempo las emociones que experimentan. Los familiares y cuidadores, pueden afectar o beneficiar su calidad de vida con las acciones que dirigen hacia los enfermos. Si aprenden a establecer una buena comunicación, con empatía y paciencia, pueden inducir a emociones positivas y minimizar los impactos negativos para ambas partes.


Actualmente no existe un tratamiento que pueda revertir este proceso, pero a partir de su diagnóstico, se recomienda tomar un tratamiento farmacológico para retrasar su evolución degenerativa. Al mismo tiempo, es importante buscar una terapia psicológica como guía profesional, en apoyo a los familiares o personas que ejercen el papel de cuidador. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.



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