¿Qué es el TDAH? ¿Cómo identificar los síntomas y posibles indicadores de evaluación? ¿Cuándo es recomendable buscar apoyo profesional?
El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una alteración en el desarrollo neurológico, relacionada con el desequilibrio de los neurotransmisores (dopamina y noradrenalina) encargados de regular las emociones (control de impulsos), la motivación, la atención, la concentración, entre otras funciones. Es una variabilidad natural en el funcionamiento del cerebro, que permite la variación de funciones mentales, habilidades, comportamientos y formas de procesar la información.
Cabe resaltar que no se considera una necesidad educativa especial, ni se relaciona a una deficiencia intelectual, pero se recomienda buscar apoyo profesional para mejorar algunas habilidades en interacción social, conocer las diferentes estrategias de aprendizaje, además de beneficiar el desarrollo de una sana autoestima y la prevención de conflictos emocionales que puedan afectar su rendimiento académico o laboral, según la edad del diagnóstico.

Aún se desconoce la causa exacta de esta afección crónica, pero se reconocen dos factores relevantes: la herencia genética y las características sociales del entorno. Los síntomas suelen iniciar en la infancia y pueden persistir hasta la vida adulta, marcando algunos cambios comportamentales relacionados al género y las etapas del desarrollo.
Actualmente, existen tres diferentes tipos (TDA, TDAH y combinado), según la clasificación de los síntomas predominantes. Entre sus puntos cardinales destacan la dificultad para prestar y mantener la atención, el comportamiento impulsivo y la hiperactividad.

¿Cuándo es recomendable buscar apoyo profesional?
Existen diversos indicadores conductuales y emocionales, que pueden evidenciar la necesidad de una evaluación profesional. Si se presentan algunos de los siguientes y persisten durante 6 meses o más, causando dificultades para mantener la rutina diaria, se recomienda evitar un autodiagnóstico y buscar apoyo de un profesional de la salud para recibir una guía adecuada.
Atención:
Atención limitada y dispersa
Episodios de hiperfoco (hiperconcentración)
Falta de atención a los detalles
Complicaciones para escuchar activamente
Incumplir tareas o trabajos por falta de motivación
Dificultad de concentración y desorganización recurrente
Problemas de memoria, pérdidas materiales u olvidos frecuentes
Dificultad para mantener la atención por desinterés o pronto aburrimiento
Conflicto para hacer múltiples tareas, tener iniciativa o seguir instrucciones
Impulsividad:
Baja tolerancia a la frustración y dificultad para controlar impulsos
Emociones intensas con episodios de ansiedad, depresión o estrés crónico
Mayor riesgo de caídas, golpes o accidentes por descuidos y arrebatos espontáneos
Dificultad para relajarse y falta de autocontrol emocional
Irritabilidad, facilidad para explotar agresivamente e inestabilidad de ánimo
Alimentación restrictiva y padecimiento frecuente de alergias
Tendencia a conductas adictivas o consumo de sustancias (comida, drogas, juego, sexo, etc)
Discusiones absurdas o peleas frecuentes por aburrimiento
Problemas económicos por mala administración o compras compulsivas
Hiperactividad:
Sobreanalizar situaciones y tener pensamientos obsesivos
Impaciencia, dificultad para esperar turnos e interrumpir a otros al hablar
Resaca digital, procrastinación y agotamiento por saturación de estímulos
Bloqueo o parálisis temporal de actividades por sobrecarga de estrés
Dificultad para actividades estáticas, como hacer tarea, lectura comprensiva o estudiar
Actividad excesiva, movimientos agitados o sensación de inquietud constante
Movimientos bruscos, correr, trepar o trasladarse de un lado a otro cuando no es apropiado
Dificultad de movimientos musculares, equilibrio o coordinación (dispraxia)
Posibles desequilibrios en la presión arterial, frecuencia cardiaca y digestión (disautonomía)
Comportamientos repetitivos de mínimo esfuerzo
Socialización:
Impuntualidad recurrente o problemas con el manejo del tiempo
Dificultad para llevarse bien con otros, cooperar o disfrutar actividades grupales
Ausencia de pensamiento flexible y molestia por cambio de planes o rutinas
Dificultad para comprender el habla indirecta, interpretación literal de las opiniones ajenas
Imprudencias notorias y repetitivas al convivir socialmente
Facilidad para distraerse durante las conversaciones personales
Relaciones inestables, aumento de conflictos familiares o laborales
Complicaciones para conservar amistades a largo plazo
Dificultad para recordar fechas, acuerdos y detalles importantes
Apariencia de apatía, egocentrismo o desinterés social, por inseguridad y desconfianza
Sensación intensa de dolor emocional por el rechazo social (disforia sensible al rechazo)
Baja autoestima, hipersensibilidad y dependencia emocional
Entre otras características de personalidad, pueden ser muy apasionados, entusiastas, conversadores interesantes, espontáneos, aventureros, líderes, hábiles para aprender cualquier actividad de su interés, expertos en temas que los apasionan, pueden desarrollar mayor facilidad de empatía y creatividad de alto nivel. En algunos casos, existen factores que pueden favorecer para presentar un nivel de inteligencia superior al promedio, un buen manejo de crisis o situaciones bajo mucha presión, así como una gran capacidad de adaptación al entorno.
Estos son solo algunos ejemplos que podrían indicar la necesidad de una evaluación profesional, tanto en niños como adultos. Para un diagnóstico oficial es primordial recibir el dictamen médico según los criterios diagnósticos del DSM-5-TR, complementado con la revisión del historial clínico y los resultados de diversos test neurológicos que evalúan directamente las funciones ejecutivas (escalas de calificación, evaluaciones de conducta, pruebas cognitivas, oximetría cerebral y/o resonancia magnética, entre otros).

Las recomendaciones básicas para mejorar la incomodidad de algunos síntomas, incluyen hacer ejercicio regularmente o realizar deportes (de preferencia no competitivos) como la danza, la natación y algunas artes marciales. Mantener una alimentación sana (baja en azúcares), con horarios regulares. Propiciar el buen descanso al dormir de 7 a 9 hrs. Aprender estrategias de organización y gestión de tiempo, así como saber priorizar las tareas urgentes. Definir los límites personales en las interacciones sociales y fomentar el entrenamiento en estrategias de autocontrol emocional.
El tratamiento es integral, por lo cual sugiere la intervención en equipo de especialistas de la salud. Requiere la consulta neurológica para confirmar el diagnóstico oficial y supervisar la medicación, en caso de ser necesario. Además de combinar la terapia psicológica con sesiones de psicoeducación y entrenamiento de habilidades específicas. En casos de diagnóstico infantil, podría ser beneficioso buscar apoyo pedagógico para fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.

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