¿Qué es la violencia sexual en la infancia? ¿Cuáles son las principales señales de alerta? ¿Qué recomendaciones seguir en éstos casos? ¿Cómo lidiar con las consecuencias a largo plazo?
Se considera abuso sexual infantil a cualquier acción sexual con un menor de 13 años, a pesar de su consentimiento. Este tipo de maltrato, incluye un alto espectro de acciones que consideran al menor como un objeto sexual. La mayoría de las veces involucra adultos que ejercen el control por medio de amenazas, fuerza o rango de poder.
¿Cuáles son las principales señales de alerta, en niños y adolescentes?
- Moretones, lesiones o cicatrices sin explicación
- Nerviosismo frente a familiares, visitas o personas en general
- Conductas regresivas, actitudes infantiles o sumisas
- Trastorno de enuresis o encopresis (incontinencia urinaria o fecal)
- Insomnio o pesadillas recurrentes
- Miedo, angustia, irritabilidad o llanto excesivo
- Regalos constantes, dinero o juguetes nuevos sin previo aviso
- Interacciones virtuales encubiertas
- Sobresalto al tacto o a la presencia de alguien detrás
- Dolores físicos, infecciones genitales constantes o molestias al caminar
- Exceso de pornografía o dudas sexuales inadecuadas para su edad
- Cambios emocionales y conductuales bruscos
- Fácil acceso o consumo de sustancias nocivas
- Rechazo e incomodidad frente a las muestras de afecto
- Baja de calificaciones o rendimiento escolar
- Pérdida de interés en socializar
¿Qué recomendaciones pueden seguir los padres o tutores, frente a los casos abuso sexual?
- Mantener la calma, esto ayudará a escuchar sin juzgar impulsivamente
- Creer en las palabras de sus hijos, apoyar y proteger lo antes posible
- Ayudar a afrontar y disminuir la culpa, sin avergonzar o humillar al respecto
- Ser directo y firme, para tomar acciones de prevención
- Imponer los límites necesarios para evitar que vuelva a suceder
- Separación inmediata entre el abusador y la víctima, incluso dentro de la misma familia
- Brindar la confianza para hablar del tema y la compañía necesaria durante el proceso
- Educar a los niños sobre el respeto a su intimidad y formas de manejar posibles amenazas
- Explicar la diferencia entre el amor y el sexo, así como las formas de abuso que deben evitar
- Respetar la privacidad y confidencialidad del niño, en medida de lo posible
- Pedir apoyo a personas de confianza del niño, para vigilar su cuidado
- Evitar la negación sobre el problema, para crear un ambiente seguro
- Buscar ayuda profesional, como atención médica, psicológica y legal
- Si el caso es reciente, constatar con evaluaciones médicas las lesiones físicas o intoxicación por sustancias nocivas.
Es muy importante seguir las recomendaciones, bajo la mínima sospecha o la completa seguridad de que existe violencia sexual contra un menor. Dependiendo de la edad y las características de la víctima, se marcarán las pautas de tratamiento para cada caso.
El abuso sexual infantil puede suceder en todos los ámbitos. Puede involucrar adultos, adolescentes, niños mayores o incluso, acontecer entre iguales, sin discriminación de género, estatus económico o lazos familiares. Por lo cual, cada caso debe revisarse de forma individual y definir su proceso de forma personalizada.
Si bien, a ciertas edades se considera normal la curiosidad, la exploración e incluso, el juego sexual sin intención de abuso, es necesario distinguir entre las conductas normales y los comportamientos que indican la presencia de un posible problema en el desarrollo sexual, según la edad, el entorno del niño y el tipo de hechos específicos.
En los casos que involucran a menores de edad como abusadores, es necesario revisar su historial personal, ya que un alto porcentaje de éstos niños son violentados o han sido abusados previamente a sus actos.
Algunos estudios recientes muestran evidencias útiles para ayudar tanto a las víctimas como a los agresores. Estos resultados indican que el 50% de los victimarios sufrió abuso sexual, el 30% fue víctima de bullying o maltrato familiar y el 20% sufrió por violación infantil. En estos casos, durante la adolescencia, puede aumentar la tendencia a la violación y al uso de la fuerza contra niños menores.
En el año 2017, en México se consideró oficial, a pesar de algunas inconformidades, que la edad de responsabilidad penal sea de 12 años. El internamiento preventivo para los menores de edad, es mínimo de 5 meses para determinar culpabilidad o inocencia, a partir de los 14 años. Una vez cumplidos, hasta la edad de 16, la condena máxima puede ser de 3 años. Y de los 16 a los 18, la pena máxima sería de 5 años.
Recientemente, en el 2019, estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), colocan a México en el primer lugar en abuso sexual infantil, con 5.4 millones de casos por año. Además, el actual confinamiento por la pandemia de COVID-19 agudizó este problema, que a pesar de las denuncias, el 95% de los casos siguen sin resolución.
El riesgo de restar seriedad al tema del abuso, es principalmente que se pueden profundizar las conductas abusivas o delictivas a futuro, así como repetir los patrones de violencia entre la misma víctima y su abusador.
Las consecuencias del abuso pueden marcar de por vida a una persona, por ello la importancia de recibir un tratamiento psicológico a tiempo, adecuado para cada etapa, como apoyo a la prevención y reparación de secuelas emocionales, así como capacitar a las familias para afrontar la situación con el menor impacto posible. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.
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