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Duelo: Etapas de Afrontamiento

¿Qué es el duelo? ¿Cuáles son sus etapas de afrontamiento? ¿Puede presentar síntomas comunes? ¿De qué factores depende el tiempo de duración y nivel de intensidad?


El duelo es un proceso emocional que se puede definir en varias etapas de afrontamiento y adaptación, para manejar las pérdidas y superar los momentos difíciles. Estas pérdidas pueden ser esperadas o gravemente repentinas, pero no por ello excluyen el dolor de terminar con un lazo realmente significativo y la afectación de las emociones de quien lo experimenta.


Las formas de afrontar una pérdida, definitivamente no son iguales en todas las personas. En cada proceso influye tanto la personalidad, como los mecanismos de defensa inconscientes y las razones del duelo. Se puede perder a un ser querido, una relación afectiva, un trabajo o pérdidas materiales importantes, pero para cada tema el nivel de dolor dependerá de diversos factores. Estos pueden abarcar desde el tiempo que se entregó en un trabajo, la cercanía sentimental a una persona, la importancia de una relación, el significado de una ruptura, hasta el esfuerzo de cada logro, entre muchos otros ejemplos.



¿Cuáles son las etapas de afrontamiento?


  1. Negación: Rechazar temporalmente la realidad como mecanismo de defensa ante el dolor y sufrimiento. Es una forma de negar las posibles consecuencias y crear resistencia a los cambios que las pérdidas involucran.

  2. Confusión: Es la fase de la tristeza, el miedo y los sentimientos encontrados. Es volver a la rutina frente a una nueva realidad, se crean algunos cambios con sensación de vacío y se recurre a los recuerdos constantemente, con desesperanza y pesimismo.

  3. Enojo: En esta etapa se integran todas las quejas, injusticias y dolencias. Se enlistan las cosas negativas para soltar temporalmente el dolor de la pérdida. La irritabilidad y la rabia se presentan sin otra causa real aparente.

  4. Culpa: Desarrollar sentimientos de fracaso, autocrítica frecuente, diálogos internos de minimización personal, auto-rechazo y arrepentimientos constantes. Esta fase puede desencadenar síntomas de depresión y abandono. Se puede canalizar mediante la búsqueda interna del perdón, la introspección y reflexión humanitaria del ser.

  5. Negociación: Esta etapa suele ser pacífica, busca lograr una reconciliación o negociar ciertos términos de consolación, por medio de algunas condiciones. En otros casos, cuando ya no es posible encarar la pérdida, cuando ocurre el fallecimiento de un ser querido, cuando las personas ya no se encuentran cercanas o cuando existe un motivo aparente que no lo permite, se busca también la negociación espiritual. Se ofrece un bien o un favor emocionalmente significativo, a cambio de mejorar la situación.

  6. Resignación: En algún momento se comienza por aceptar las pérdidas, aún con el dolor y altibajos emocionales. Se reconoce que no se puede controlar todo, que las cosas suceden por alguna razón o que simplemente, ya no hay forma de regresar el tiempo y recuperar lo que se perdió en el camino. Algunas veces esta etapa se acompaña de tristeza y desánimo, pero es la antesala a la superación personal.

  7. Aceptación: Es la última de las etapas, se caracteriza por la búsqueda de la reestructuración de la propia vida. Se experimenta una vez más, la sensación de paz interior y agradecimiento. A pesar de no olvidar los momentos importantes y las huellas que marcan a cada persona, se logra transformar el sufrimiento por la aceptación y la comprensión de ser parte natural de la vida, con lo cual el dolor desaparece. La vida continúa recuperando el sentido y la fuerza para avanzar, dando lugar también a nuevas alegrías y momentos por los cuales vale el esfuerzo de luchar.


Estas etapas se pueden presentar en diferente orden e intensidad. Es parte normal del proceso,

sentir avances y retrocesos temporales mientras se logra la superación del mismo.



El duelo se caracteriza por la presencia de algunos síntomas físicos, conductuales y cognitivos. Desde un dolor de cabeza recurrente, problemas digestivos, falta de concentración, desánimo, llanto, irritabilidad, insomnio, aislamiento social, alteraciones del apetito, crisis de ansiedad o episodios de depresión.


En términos de salud mental, su duración promedio es de 6 meses a 3 años. Si se prolonga más tiempo, puede desencadenar un duelo patológico. Se recomienda buscar ayuda terapéutica profesional, en caso de ser necesario. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.



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