¿Qué es la autoestima? ¿Cómo se desarrolla una obsesión por la estética? ¿Cuáles son las causas y los síntomas de la dismorfofobia?
La autoestima se define comúnmente como la aceptación y valoración general que una persona hace de sí misma. Cuando esta percepción es negativa, puede derivar ese rechazo inconsciente en un nivel bajo de amor propio y a su vez, en las consecuencias de ello.
Al hablar de la obsesión estética, una autoestima deficiente se considera su principal causa. En los casos más frecuentes, se realizan varias cirugías para cambiar aspectos físicos que la persona expresa como altamente desagradables. Esto puede llegar a alimentar aún más la inseguridad personal y en algunos otros casos, desarrollar la admiración extrema por alguien hasta desear transformar su físico para imitar ciertas características o parecerse a esas personas, que generalmente son modelos públicamente famosos.
Si bien, desde un punto de vista profesional, no se trata de estar a favor o en contra de una cirugía estética. El presente artículo es simplemente una invitación a reflexionar sobre la exagerada importancia que exige el culto al cuerpo. ¿Es posible obsesionarse con estas cirugías estéticas? ¿Cómo afecta la autoestima, creer en un solo patrón de belleza como ideal? ¿Por qué de pronto una persona renuncia a sí misma para convertirse en otra?
Actualmente, para algunas personas acudir al cirujano plástico es un proceso rutinario. La creencia de que la aceptación social, el amor de pareja y el auto-concepto mejorarán cuando esto suceda, motiva sus expectativas para hacerlo una y otra vez. Puede ser fácil pensar que sólo se busca el reconocimiento y la vanidad, pero en realidad es un tema mucho más profundo.
Además del posible riesgo a la salud, existe la probabilidad de llegar al punto invisible de la insatisfacción crónica y la sensación del "nunca es suficiente" , a partir de lo cual se puede desarrollar la adicción a las cirugías. Muchas veces al no obtener los resultados esperados, se experimenta una nueva creencia de carencia, que buscará corregir otro detalle y así repetir el proceso varias veces sin obtener la satisfacción de sus expectativas.
Un dato relevante, es que en su mayoría, las personas recurren a estos procedimientos después de un abandono afectivo, una traición inesperada, por el miedo intenso a experimentar un nuevo rechazo o por la constante presión que generan las relaciones de pareja destructivas.
Lamentablemente, es común en este tipo de casos aferrarse a la creencia irracional de que la culpa de los problemas se centra únicamente en la atracción física que creen carecer o que temen perder. Por lo cual, tienden idealizar que solo con las cirugías mejorará su autoestima y su vida en general. Si esto no sucede como planeaban, confrontar la realidad causará más dolor e inseguridad personal.
Otro dato a destacar, es que el género femenino es mayor y constantemente atacado respecto al tema de los "ideales físicos" . Esta presión social comienza desde la infancia en los medios de publicidad, las costumbres culturales y las expectativas de género.
¿Dónde nace esta obsesión por la imagen corporal?
Mostrar preocupación excesiva por un defecto corporal mínimo o inventado, puede ser síntoma de dismorfofobia, un trastorno en el que la imagen de uno mismo se distorsiona y causa una fuerte inconformidad. Sus consecuencias pueden ser el aislamiento, la depresión, una baja autoestima, un rendimiento mínimo y el deterioro en la calidad de vida, puntos que pueden mejorar notablemente con ayuda psicológica especializada.
Este trastorno tiene mayor incidencia en la adolescencia y la mayoría de los casos se hacen evidentes durante los 15 - 18 años. El número de adolescentes que se están sometiendo a cirugías estéticas es alarmantemente alto y a medida que aumenta la cantidad también disminuye la edad. Hoy en día, niñas desde los 12 años están siendo sometidas a intervenciones quirúrgicas para cambiar aspectos físicos que les molestan, en lugar de aprender a aceptarse y desarrollar una seguridad personal independiente de su apariencia física. Existen también casos de personas adultas que al no superar adecuadamente esta situación, recurren a las cirugías estéticas para escapar de la confrontación emocional.
Algunas estimaciones médicas muestran que las quejas estéticas más recurrentes, se centran en la forma de la nariz, abdomen, mandíbula, senos, piernas, glúteos y genitales. Siendo mayor la demanda por parte de mujeres insatisfechas, pero también van en aumento las altas exigencias, la inseguridad personal y la sensación de necesidad en el género masculino.
Es normal que todo ser humano se preocupe un poco por la imagen que proyecta, sin embargo, resulta preocupante cuando esta conducta se vuelve obsesiva y autodestructiva, por lo que se recurre a numerosos tratamientos de embellecimiento, dietas peligrosas o cirujanos plásticos, sin importar los riegos o consecuencias.
Las causas de esta situación son múltiples, pero muchos pacientes comparten un historial de experiencias negativas, sufrimiento por burlas, señalamientos a su cuerpo durante la infancia o comentarios críticos de personas cercanas. A todo esto, se suman las dudas características de la juventud, por las imágenes estereotipadas y alteradas en los medios de comunicación.
Las personas que padecen este trastorno suelen ser perfeccionistas, tímidas, ansiosas y muy sensibles al rechazo, posiblemente sufren un intenso sentimiento de angustia e inferioridad. Es importante realizar una detección oportuna y recibir apoyo profesional para prevenir la evolución de algunas condiciones asociadas como son la depresión, culpa, ansiedad o posibles trastornos alimenticios.
¿Es la cirugía estética la única solución a la inconformidad?
No existe nada más fuerte que la voluntad propia, decidir creer en uno mismo a pesar de cualquier circunstancia y fomentar la autoestima con total aceptación, como la herramienta más poderosa. La sociedad exigente siempre tendrá una nueva crítica, una nueva causal de dolor y una nueva moda, así que tratar de ser siempre el mejor no es una solución pacífica. Si las exigencias hacia el cuerpo son muy altas, naturalmente se producirá un desbalance en la mente. Sin embargo, trabajar interiormente los pensamientos y las emociones, definitivamente serán la fortaleza que nunca pasará de moda.
Cada quién es responsable de sí mismo y decide los límites que se imponen ante los estereotipos cambiantes de nuestra sociedad. Se requiere el mismo esfuerzo para buscar la aceptación externa, que buscar internamente el amor propio.
En general, las cirugías plásticas intentan realizar en el cuerpo los arreglos que no se hacen en la mente, ya que es donde realmente se guarda la historia de nuestra vida, los amores y desamores, los miedos, los gustos, las frustraciones y los logros. La mente consciente integra la representación subjetiva de uno mismo, la cual podemos aceptar o rechazar, pero es necesario aprender a vivir con ello de la forma más favorecedora y saludable.
Al reconocer que la perfección no existe y que los gustos físicos son muy variados, se podrían evitar las cirugías innecesarias. Si se concentraran los esfuerzos en superar los traumas físicos superficiales y sanar las heridas internas, las personas lograrían aceptarse como son.
Para terminar, es de suma importancia mencionar que cualquier persona que decida voluntariamente hacerse una cirugía estética, debe ser consciente de que implica un riesgo físico-psicológico. Por esta razón debe ser evaluado correctamente por especialistas de la salud. Una valoración psicológica profesional, puede ser de gran ayuda para determinar las condiciones y tratamientos más adecuados. Para mayor información, enviar consulta vía inbox.
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